Ni bien sale
Alberto, salta Amparo, lo sigue para ayudarle a subir las bolsas. Antes yo
hacía la lista, ahora la hace Amparo. Me tratan con desprecio los dos. Decide
Amparo qué va a hacer de comer. Para poner la mesa ella hace lo peor que puede.
Alberto le retira los platos para que no se caigan y se rompan.
Amparo comía en
la cocina y nosotros en el comedor. Hoy me empujaron a la cocina. Había dos
cubiertos y dos platos. Se sentaron cada uno en su lugar. Ella me llamaba para
que le alcance la quesera. Me tuteó cuando pidió el pan. Lavé los platos y fui
a dormir la siesta, cuando me voy a acostar, sentí que mi lugar era muy
angosto. Pasaba que éramos tres, Alberto, Amparo y yo.
Ella pidió que
me retirara y durmiera en la piecita del fondo. Amparo iba explayando su
autoridad. Me hacía bañar en el bañito del fondo, con agua helada, mientras se
sumergían los dos en agua caliente con
hidromasaje. Entré a mis aposentos y estaban los dos secándose sobre la
cama, ella a él y él a ella. Recién ahí me di cuenta. Alberto no me quiere más,
quiere que me vaya, me echó.
Ahora estoy en
un rincón de la estación, envuelta en una manta que les robé. Antes de salir el
sol me fui al kiosco de los diarios, lo pedí prestado y anoté todos los lugares
que necesitaran Mucama. Yo no sé por qué Alberto, que es mi Marido, no me dio
una carta de recomendación. Igual me tomaron, era un Matrimonio. Imité a
Amparo, el tipo resultó ser un buenmozo, me permite hacer de Amparo y comenzar
mi expansión.
Me casé con el tipo buenmozo. Su Esposa fue despedida.
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