lunes, 9 de mayo de 2022

MEJOR COMENZARÍA DE TI

 

   —Bien, Ud. dirá, Alicia.

   Lo ví tan seguro de sí mismo, el retrato de Freud atrás de su sillón, era su vivo retrato, me puse colorada. Como él permanecía en silencio se lo dije de una:

   —Soy virgen y tengo treinta y cinco años.

   —Ahá, ahá, bueno es un problema que usted misma puede revertir.

   Me puse a llorar, soy tonta, no tengo remedio, me alcanzó un pañuelo para una sola lágrima, los que ofrecen los analistas, hartos de llantos  femeninos.

   —Debe haber algo que tendremos que investigar ¿Cómo era Mami con usted, Alicia?

   Éstos siempre con el mismo verso, de Mami y Papi, ya me lo sé de memoria.

   —Mi madre era virgen, muy buena y generosa.

  Ahora me interrumpe, tal cual:

   —¿Cómo que su Mami era virgen? ¿Y su padre qué opinaba al respecto?

   No le podía ver los ojos, porque usaba anteojos culo de botella, no tenía otra que dirigirme a los culo de botella.

   —Mi Papá no opinaba, él también era casto.

Como el Doc no decía nada, menos que nada, seguí mi relato:

   —Ellos me contaron que yo nací sola, por obra y gracia del Espíritu Santo, siempre deseé conocer al Espíritu Santo, después de todo era mi padre. También me dijeron que él estaba en el cielo, en la tierra y en todo lugar. Revisé todos los placares, debajo de la cama, los muebles de la casa, dí vuelta la tierra del jardín y nada. Subí a la terraza de noche y allí tampoco estaba. Me cortó de nuevo, le gustó mi cuento.

   —Dígame Alicia, ¿Usted lo extraña?

   —Doctor, eso es el pasado, yo lo que quiero es dejar de ser virgen y pensé que usted me ayudaría.

   Me miró peripléjico:

   —Es usted joven, ya va a aparecer alguien, vamos a ir viendo.

   Pensar que éste estudió, cómo sería si no.

   —Mire Doc, yo quiero que usted rompa mi virginidad, soy directa, asuma su responsabilidad profesional, acá tenemos un buen sillón, sé que usted está bien dotado, vio como son los pueblos, finalmente se conoce el tamaño de todo. Me voy sacando la ropa y empiece de una vez. Acérquese, yo lo desvisto, rápido, que llega el fin de mi sesión.

   Un encanto el Doc, quedó plenamente satisfecho y aumentó mis sesiones a dos veces por semana. Hace poco propuso que viviéramos juntos. Le dije que necesitaba pensarlo, al menos seis o siete sesiones más.

   Hay que crear un poco de misterio, sobre todo con éstos, que se creen que se las saben todas.

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