—Nos peleamos,
nos dijimos de todo, boludo, inútil, cortamambo, asno.
—¿Cómo se van a
decir esas cosas?
—Yo tengo
memoria y recuerdo tus peleas a los gritos, puteando por cualquier cosa a mi
Papi. Mami, te quería contar que mi novia veranea en San Bernardo y yo prefiero
Monte Hermoso. Decidimos San Bernardo. Decidió ella. Estaríamos solos para
preguntarnos qué hacer o qué no hacer.
—Joven lindo y
bueno, ¿qué quieren decir con hacer o no hacer?
—El amor, Mami,
el amor. Yo sé que ella quiere, pero yo no sé. Se cree que soy célibe, pero
antes me acosté con muchas chicas.
—¿Y a cuántas te
cojiste?
—Me cojí un
montón, pero esta me gusta porque es virgen todavía.
Cuando llegó el
Padre, ella le contó todo con lujo de detalles.
—¡Estúpida! ¡Qué
tenés en la cabeza!, sos una irresponsable, todavía es un niño y vos se lo
entregás a cualquiera.
—Es su Novia y
parece que la quiere, se compró una caja grande de profilácticos, ¿los usará
todos?
—Tengo ganas de
hablar con la Madre de esa chica. Vos quedate, después te cuento.
La Mujer tenía
la puerta abierta, justo salía.
—Mire, soy el
Papá del chico que es amigo de su hija, ¿a usted le parece bien que vayan
juntos de vacaciones? Mi chico es un Don Juan y su hija parece liberal y
divertida.
—A mí me parece
excelente que alguien use la casa de San Bernardo, nosotros no vamos nunca. Lo
invito a mi hidromasaje. Lo noto muy tenso, y eso lo va a relajar. Quítese la
ropa mientras yo me quito la mía.
El estar con esa
Mujer, nadando en redondo, le produjo muchas ganas de hacer lo que no hacía
durante tanto tiempo. Luego de estar en el cielo, volvió a su casa. Su Mujer
estaba despierta.
—¿Y? ¿Qué me
contás?
—La Madre tiene
aspecto de clerical y anda con la Biblia en la mano, prácticamente me obligó a
rezar el Padrenuestro, dos Ave María y dar gracias a Dios. Podemos estar
tranquilos y dejarlos ir de vacaciones.
Y al final, se
convenció.
—Mami, en la
playa lo pasamos de primera, tuvimos algún cambio de palabras. En especial
cuando caminábamos por la orilla y ella se negaba, porque se mareaba. En casa
me pedía perdón y no sabés cómo perdonaba.
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