Estaban frente al altar, había un cura que
los casaba. Cuando el cura preguntó, el varón dijo sí y ella también dijo sí,
se equivocó, en lugar de un sí se tiró un pedo.
El varón decidió cambiar de opinión:
─Nunca me casaría con una mujer tan vulgar,
por suerte me traje una de repuesto, me contaron que es dulce y generosa.
Y se fue la segunda. Se comportaba como una
geisha, hasta que durmieron juntos. Él casi llora, la nueva se tiraba pedos
debajo del acolchado. Se tapaba la cabeza con la almohada, pero el olor llegaba
hasta ahí. A la mañana siguiente le dijo:
─¿Podemos hacer la experiencia de dormir en
camas separadas?
─Sí claro, de paso me tiro todos los pedos
que se me antojen.
─Cuando ventiles el dormitorio me haré
presente.
Golpeó tres veces, ella lo atendió en remera
y bermudas, le dijo:
─Estoy preparando mi ropa, me voy de
vacaciones.
─¿Cómo? ¿Y yo?, si ni siquiera tuvimos
relaciones.
─Gracias a dios, no. Es mejor pasar mis vacaciones
con tu amigo, conoce lugares muy interesantes. Al menos no me hace bostezar
como vos. A él, el olor a pedos no le molesta. Al contrario, me parece que le
gusta.
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